En el siglo pasado, la figura de la madrastra solo podía existir si la madre había fallecido porque el divorcio no estaba permitido y en aquellos tiempos era impensable que un hombre asumiera el papel de cuidador principal. Hoy en día, un tercio de los matrimonios terminan en separación o divorcio y el 45% de las custodias que se otorgan son compartidas frente al 12,3 que se otorgaban en 2011 (INE), lo que da lugar a nuevos modelos de familia con relaciones diferentes a los modelos de familia tradicionales, donde pueden aparecer nuevas figuras adultas constituidas por la nueva pareja del padre o madre que se ha separado: las madrastras y los padrastros. Y ahí comienza el reto de adaptarse a una familia que ya tiene su estructura creada.
Aquí te lanzo algunas estrategias para sobrevivir en tu nueva familia:
Para ir construyendo poco a poco la relación y que cada miembro pueda empezar a colocarse en su lugar, lo suyo es que vayas observando la cultura familiar y a la dinámica que ya han establecido y puedas ir integrándote en ella. Y lo propio, es que ese funcionamiento sea sano y funcional y que el padre ejerza una parentalidad positiva con sus hijos/as, es decir, que sea sostén emocional, proveedor de cuidados y permanezca bien colocado en su rol de padre, que no les hable mal de la madre ausente y sobre todo que pueda validar tu papel de referente adulto ante sus hijos/as, mediando siempre que sea necesario.
Tu pareja siempre debe ser tu aliado aquí y él es quien también, en mi opinión, debería manejar la relación con su expareja, puesto que son las personas que tienen la patria potestad y por, tanto, la custodia compartida de estas criaturas.
Con todo, esto, ¿es posible ser madrastra y no morir en el intento?
Sí, se puede, pero es un ensamblaje que se va construyendo con el tiempo, te contaré algunas cosas más:
Los niños y niñas necesitan tiempo para adaptarse a la nueva situación. Aunque tú tengas claro que no estás ahí para ocupar el lugar de su madre, para las criaturas puede ser difícil aceptar que su papá tenga una nueva pareja, por eso la madrastra no siempre es recibida con simpatía y es normal que, hasta que vayan comprendiendo esto, se sientan confundidas, tristes o incluso enfadadas. Ante esto, es importante validar su sentir y comprender que no es nada personal hacia ti.
Tu pareja y padre de las criaturas debe ser tu mejor aliado. Él debe explicarles que siempre serán sus hijos/as y que su nueva pareja no va a competir con ellos/as, sino que es un referente adulto más al que pueden acudir cuando lo necesiten, aunque no tenga el nivel de competencias y obligaciones de un padre o madre. Recuerda que las relaciones se construyen con el tiempo y que también tú serás una figura de referencia para ellos/as, con la que pueden desarrollar un vínculo valioso. Pero este proceso requiere mucha paciencia y es un proceso lento.
Convivir significa permitir que cada persona encuentre su lugar y respete el de los/las demás. En una familia reconstituida, todos y todas necesitan sentirse en seguridad sobre su rol dentro del grupo y encontrar un punto de equilibrio. Para evitar malentendidos y conflictos cotidianos, lo mejor es anticiparse a ellos con diálogo y pequeños gestos de consideración.
Fomenta una comunicación respetuosa. Las criaturas suelen apreciar que, como referente adulto, te intereses por las cosas que les gustan, que no les juzgues y que valides sus sentimientos y emociones. Son señales importantes de que les tienes en cuenta. Cuando se sienten respetados, es más probable que también te muestren respeto.
Recuerda que no te cuestionan a ti como persona, si no al papel que ocupas. Los niños y niñas valoran que reconozcas el lugar especial que ocupas en la vida de su padre y en la suya propia. Por eso, a veces pueden desafiarte, como una forma de reajustar la dinámica familiar. Es crucial que no te tomes estos desafíos de manera personal.
Recuerda que eres la figura adulta en esta situación, y que ellos/as pueden usar esta posición delicada para ponerte a prueba con frases como "tú no me mandas" o "no eres mi madre". En estos casos, es importante recordar que no te están cuestionando a ti como persona, sino al papel que ocupas. Muchos niños y niñas de parejas divorciadas albergan la fantasía de que sus padres algún día vuelvan a emparejarse de nuevo, por lo que pueden sentir que tu presencia les "roba" a su padre. No intentes forzarlos a quererte o aceptarte; deja que esos sentimientos surjan naturalmente, construyendo la relación desde la libertad y el amor.
Hazles sentir como en casa. Respeta su tiempo a solas con su padre para que no sientan la necesidad de competir por su atención.
Respeta siempre a su madre biológica no sólo con palabras sino con hechos. Nadie quiere escuchar comentarios negativos sobre las personas a las que ama. También apreciarán que no intentes ocupar el lugar de su madre, porque ya tienen una, y quizá con el tiempo puedan sentirse orgullosos de tener una madrastra amable y comprensiva en su vida.
Encuentra un punto de equilibrio y sé tú misma. No hacer demasiado ni demasiado poco, ser flexible pero sin perder la autoridad, ser amable y comprensiva sin renunciar a las normas establecidas. Es fundamental predicar con el ejemplo. Si quieres que sean amables y respetuosos, tú debes serlo primero. Valóralos, porque ellos reflejarán lo que les das. Los niños y niñas saben ser agradecidos con quienes les demuestran cariño. Y recuerda, en el proceso de construir una relación auténtica, no necesitas ser perfecta; lo importante es ser genuina.
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Referencias
Gullón Arias, G (s.f) Guía de intervención con familias reconstituidas desde una perspectiva de género. Edita UNAF (Unión de asociaciones familiares). Puedes leer y descargarte la guía aquí
Vallejo, MC (2020) ¡Para empezar, tú no eres mi madre! ¿Qué lugar debe ocupar una madrastra?. Editorial De Vecchi.
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